Los obstáculos de la creatividad (I)

 

Siempre llevamos con nosotros las mejores intenciones cuando nos disponemos a intentar ser creativos, innovar, resolver alguna situación problemática. Incluso, en muchos casos llevamos en la recámara varias técnicas de creatividad que nos van a ayudar en el proceso. Pero lo que a menudo no sabemos, lo que a menudo ignoramos o no somos conscientes de ello, es que junto con las mejores intenciones y las técnicas de creatividad, también podemos estar llevando algunos de los inhibidores habituales de creatividad. ¿Qué son los inhibidores de creatividad? Son obstáculos que nosotros mismos nos proveemos y que, sobre todo si no somos conscientes de ello, nos van a impedir ser realmente creativos, realmente innovadores.

Esta serie de artículos que hoy inauguramos tratarán, justamente, de permitirle descubrir esos obstáculos para poder superarlos y evitar que inhiban su potencial creativo.

Para descubrir el primero de los obstáculos, le propongo un juego. Se trata de resolver el siguiente ejercicio. Léalo, y dese un par de minutos para intentar resolverlo. Sí, la respuesta está más abajo, pero no se deje tentar, dedíquele unos minutos a intentar resolverlo.

En una reunión familiar, un hombre saluda a otro:

—¡Hola, padre!

Y el otro le responde:

— ¡Hola, abuelo!

¿Cómo es esto posible?

La respuesta al acertijo -seguro que la ha adivinado- es que el primero es el abuelo del segundo, y el segundo es, en realidad, cura de profesión, de ahí el saludo de su abuelo.

Es posible que le haya costado, aunque sea inicialmente, encontrar la respuesta. Y si esto ha sido así, puedo contarle por qué le ha sucedido. Lo que le ha sucedido es que su cerebro ha quedado atrapado en las redes del sesgo de confirmación, el primero de los obstáculos inhibidores de la creatividad que vamos a tratar en esta serie de artículos.

El sesgo de confirmación es aquella obsesión que invade nuestro cerebro y que le impide moverse de aquella idea primera alrededor de la palabra “padre”. Esta es una palabra polisémica, pero ciertamente una de sus dos acepciones, la de padre biológico, es de uso mucho más común que la de padre espiritual. Y es por ello que nuestro cerebro, al intentar visualizar la situación del acertijo, ha optado por la primera. Eso no sería un problema de no ser porque no solamente ha optado por la primera sino que también parece haber desestimado la segunda, ha preferido quedarse con la opción fácil, impidiéndole ver más opciones.

Ese sesgo que nuestro cerebro nos impone nos va a impedir, en muchos casos, ver más opciones que las obvias, que las más habituales, evitando que ponderemos todas las opciones posibles a la hora de ser creativos o de resolver un determinado problema que requiere de alguna solución innovadora.

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