Los obstáculos de la creatividad (IV)

 

Siempre llevamos con nosotros las mejores intenciones cuando nos disponemos a intentar ser creativos, innovar, resolver alguna situación problemática. Incluso, en muchos casos llevamos en la recámara varias técnicas de creatividad que nos van a ayudar en el proceso. Pero lo que a menudo no sabemos, lo que a menudo ignoramos o no somos conscientes de ello, es que junto con las mejores intenciones y las técnicas de creatividad, también podemos estar llevando algunos de los inhibidores habituales de creatividad. ¿Qué son los inhibidores de creatividad? Son obstáculos que nosotros mismos nos proveemos y que, sobre todo si no somos conscientes de ello, nos van a impedir ser realmente creativos, realmente innovadores.

Esta serie de artículos que (de la que ya llevamos tres ediciones, la 1, la 2 y la 3) tratarán, justamente, de permitirle descubrir esos obstáculos para poder superarlos y evitar que inhiban su potencial creativo.

Para descubrir el cuarto, como viene siendo habitual, le proponemos un pequeño juego. Intente encontrar 5 usos para estos objetos, diferentes de aquellos para los que fueron diseñados. Primero, un ejemplo: Una sartén. Este objeto fue diseñado inicialmente para permitirnos cocinar, pero ¿para qué otras cosas podrían servir? ¿Qué otros usos le podríamos dar? Pues podríamos utilizarla, por ejemplo, para jugar al tenis, para defensa personal, para protegerse del sol, para hacer música, para dibujar círculos perfectos, como maceta para hierba, etc. La lista podría ser interminable, y ahí está el quid de la cuestión, en dejar volar la imaginación. Ahora le toca a usted. Aquí tiene cuatro objetos: ¿sería capaz de encontrarles otros usos tal como hemos hecho con el ejemplo de la sartén?

Un iPad.

Una pelota de tenis.

Unas pinzas de cocina.

Un clip.

 

Espero que haya encontrado muchas ideas. Si no ha sido así, aquí tiene algunas de las posibles respuestas que podría haber dado:

Un iPad: como superficie para cortar cebolla, para jugar al tenis en la playa, como regla para dibujar líneas muy rectas, como pisapapeles, etc.

Una pelota de tenis: para fortalecer los músculos de la mano y del brazo, para hacer masajes, como arma arrojadiza, para molestar a los vecinos, para descolgar otra pelota que se ha quedado colgada en un árbol, para proteger los ganchos de remolque de los coches, etc.

Unas pinzas de cocina: para rascarse la espalda, para alcanzar objetos que se nos han caído al suelo, para coger la ropa sucia y ponerla en la lavadora, como gafas (agarrándolas del mango, con los dos agujeros para arriba), etc.

Un clip: como pendientes, para resetear móviles, para abrir la tapa de los móviles, para hacerse un collar (con varios), para limpiarse las uñas, etc.

Si ha encontrado, por lo tanto, muchas ideas, significa que no sufre usted de uno de los obstáculos inhibidores de creatividad más habituales: la fijación funcional, aquella por la cual nuestro cerebro se limita a pensar en los objetos como utensilios con un único propósito, aquel para el cual fueron creados. Pero esa fijación, evidentemente, no nos ayuda a ser creativos. Supone, una vez más, la obsesión de nuestro cerebro por no pensar más allá de lo previamente establecido. Debemos romper esa tendencia, impedir esa holgazanería mental para proyectar nuestro potencial creativo hasta límites insospechados.

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